lunes, 14 de noviembre de 2011

La historia del pez azabache y la garceta nívea.


Nada es diferente en la laguna,
las garzas vuelan y saben descansar.
La garceta nívea se esconde,
mas en la orilla espera...

Un cardumen que trajo el arrollo,
cientos de tritones que hablan de ríos-frenesí.
La garceta se siente oculta,
el ave es destrucción.

Un pez azabache se ve en las fauces de su asesina,
el pico comienza a perforar la carne,
sangre, agua,
las lágrimas de peces son más grandes.

"No me comas blanca garza,
no conocí la primavera.
Dejame vivir con la angustia,
de saberme muerto en tu boca."

"Y si vivo hasta el verano,
volveré para contemplar tu vuelo de crepúsculo,
cuando le robes los colores a las nubes
y te pongas vestidos de atardecer."

"Quiero seguir viviendo
para contemplar en tus plumas,
la nieve sobre las ramas de los pinos
que no me deja ver el hielo del invierno."

"Y si me dejás vivir para el próximo otoño,
mientras te vayas a otros mundos vestida del blanco del sol,
yo te voy a recordar como el ave que me dió una nueva vida."

"Cuando llegue el invierno nuevamente,
y aún no hayas vuelto,
el cielo blanco se dejará ver
a través del cristal de la laguna."

"Y quizás vuelvas
y ahí si, gustoso,
me dejaría morir finalmente
en tus fauces desgastadas por las cuatro estaciones"

"O quizás no vuelvas,
y no sea más que un invierno tras otro.
Que repiten mis versos desesperados."

"La angustia me iría debilitando poco a poco,
y queriéndome dejar morir en el fondo del lago,
quizás llore de tanto mirar la luz cuando se deje entrever el sol."