Estoy en la misma sala de espera, como ayer, como el mes pasado, cono el año pasado... Su estado mental es muy vulnerable. Día a día espero el momento en que salga por la puerta y volvamos a nuestro hogar.
Un médico se me acerca y me dice que allí dentro quieren hablar conmigo.
Mi mente esta totalmente saturada. La carga económica y la tensión de saber que su vida pende de un hilo, hace tiempo que no me ha dejado dormir.
Paso frente a un espejo, las ojeras se me marcan profundamente y en mi frente arrugada se vislumbra cansancio. Mis ojos, inyectados, están cansados de llorar.
Giro el picaporte y entro a la sala donde me la encuentro postrada en una camilla. La imagen me lastima el alma: ojos vacíos que miran a la nada, intravenosa en su brazo derecho y un respirador artificial. Su piel, amarillenta, parece irse pudriendo. Un hilillo de baba se le escapa de la comisura de sus labios, que han perdido todo su color.
Me aproximo y pienso que no me escucha, pero cuando llego a su lado me habla con una voz ronca:
- ¿Te quedaste a dormir en la sala de espera?
- Si.- Le respondí, incómodo.
- Mi...- Toce y tarda unos segundos en recuperarse.- Mi enfermedad no avanza, pero tampoco retrocede.
Las palabras me produjeron una puntada en el pecho. De repente, se puso seria.
- Escuchame.- Parecía haber recuperado algo de las energías.- Tenes que dejarme, tenes que retomar tu vida.
- ¿Cómo? No podría abandonarte aquí.- Estaba inseguro.
- No es cuestión de lo que quieras.- Se tomo su tiempo para recuperar el aire. Estaba agitada.- No podes seguir pasando tus días en esa sala de espera. Mi vida de mierda está contaminando la tuya. Por favor, dejame, no vale la pena.- Mi corazón parecía detenido.- Sabemos que nunca voy a salir de este lugar, que me voy a morir viendo estas paredes blancas.
"Pensé desde hace mucho en esto, Funes.- El escuchar mi nombre me produjo escalofríos.- Estoy rota, solo quiero morir en paz. Y no puedo soportar verte así, si volvés al hospital, no voy a dejarte entrar. No te quiero ver nunca más.
Con los ojos llenos de lagrimas me di vuelta y salí de la habitación sin despedirme. Sus palabras fueron como puñaladas en mi pecho, pero una parte de mí comenzaba a aliviarse. Mientras voy por el pasillos, escucho un alarido de dolor que proviene de la habitación. Dos enfermeros entran rápidamente y yo sin poder soportarlo hecho a correr...
Fuera las nubes cubren el cielo en su plenitud. Presiento que para siempre voy a tener que soportar, estas inmensas ganas de querer morirse, de no poder parar de llorar.
"Estoy rota" Es mi frase.
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