Llovía. Llovía incansablemente. Las plantas se desprendían del suelo blando e iban a para a la avenida. La tierra estaba totalmente disuelta.
El jardín era un mar de barro; su fondo de cemento no deja filtrar el agua que cae incesante del cielo. Pensar que en tiempo pasados no había ningún problema: el agua era absorbida por toda la masa terrestre.
Pero ahora estas malditas capas de material que fueron cubriendo una a una las civilizaciones no permitían tal comodidad.
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