martes, 1 de febrero de 2011

El recuerdo de un mediodía o cómo llegar antes a casa.

Y en este instante, en el que las ventanillas se vuelven líneas de colores donde no se llega a distinguir ningun borde, ningun dibujo, observo las formas que describen los caños del colectivo en una suerte de arboleda que busca los rayos del sol a través de las ventanillas.
Pero hay un metal faltante. Y es el que une, delante del primer asiento, la "L" que se forma con un lado del colectivo y el panel que limita la escalera.
Cuando niño, amaba sentarme delante de todo para poder aferrarme a esa vara de hierro que permanecía incorrompible. Esa barra, tan fielmente soldada a los demás caños con los que no se comparaba, y que me protegía de cualquier cosa, siempre que tuviese la fuerza suficiente como para asirme a ella.
Ella, pequeña y escondida, que me causaba alegría. Hace tiempo dejó de aparecer en los colectivos que tomo. Pero hoy la recuerdo, cuando líneas de colores invaden mi visión de lo externo y yo, que ya nada me sujeta a este viejo rayo de luz, salto por la ventana y comienzo a volar.

1 comentario:

  1. Qué lindo salir volando por la ventana gracias a la magia de un recuerdo.
    Me gustó mucho, muchísimo.
    Besos Funes.

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