Salgamos esta noche,
como alguna otra
en tu auto nuevo.
Estoy muy ansiosa...
Salgamos esta noche,
llevame a algún lado a pasear
olvidemoslo todo,
olvidemosnos aún de nosotros mismos.
En la huida lejos de lo que nunca tuvimos,
tu cabeza se abre contra el parabrisas.
Somos parte de un sueño,
que se pierde en el frente de una casa.
Salgamos esta noche,
como alguna otra
nunca fuimos amantes muy ansiosos
quizás sea el momento de querernos.
Salgamos esta noche,
por favor, quizás mañana ya no te necesite
agotemos todas las respuestas hoy
escapemos hacia la fiebre.
En el epílogo de nuestra soledad,
tu cuerpo se estrella contra el asfalto.
Somos parte de una pesadilla,
que aceptamos desesperadamente.
Salgamos esta noche,
como alguna otra
mi cabeza no te reconoce
y mi cuerpo esta frío por el viento.
Salgamos esta noche,
sin pensarlo demasiado
no me mires a la cara,
podría arrepentirme.
En el viaje a una desgastada aventura,
tu auto choca contra una ciudad,
somos parte de un sueño
que no encuentra lugar en su propia fantasía.
miércoles, 20 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
Escena normal de un día Domingo
Un hombre sentado espera. Paredes grises repletas de libros de contaduría, archivadores y bibliotecas.
A acomoda papeles en un fichero delicadamente demorando demasiado. En una de las esquinas de la sala, O revisa libros en una estantería y los compara, parece muy indeciso y poco concentrado; murmura insultos para sus adentros. Bajo una mesa contra la pared, M busca confundido, un papel olvidado entre pilas de carpetas.
Casi en un esfuerzo parecería que la demora es eterna. Una mujer sentada en su escritorio, en el cetro de la oficina, tipea lentamente una hoja escrita a mano.
El hombre, incómodo, se levanta y se acerca hasta el escritorio.
-Dígame una cosa, ¿Usted se acuesta con alguno de estos tipos?
La mujer retira la vista del papel que tiene en la mano, mira fijamente al hombre y responde:
-Con todos.
A acomoda papeles en un fichero delicadamente demorando demasiado. En una de las esquinas de la sala, O revisa libros en una estantería y los compara, parece muy indeciso y poco concentrado; murmura insultos para sus adentros. Bajo una mesa contra la pared, M busca confundido, un papel olvidado entre pilas de carpetas.
Casi en un esfuerzo parecería que la demora es eterna. Una mujer sentada en su escritorio, en el cetro de la oficina, tipea lentamente una hoja escrita a mano.
El hombre, incómodo, se levanta y se acerca hasta el escritorio.
-Dígame una cosa, ¿Usted se acuesta con alguno de estos tipos?
La mujer retira la vista del papel que tiene en la mano, mira fijamente al hombre y responde:
-Con todos.
Desgracias nuestras
I
Solo es eterno lo que está ausente,
y la sombra de un árbol que te tapaba el rostro.
Espero.
II
Si el pavimento se quebrara,
habrían mil calles,
y la ausencia de un sendero.
III
Tengo miedo de besar mis pies
y que mi boca se corrompiera por ello.
Si me bajara del pedestal de los monumentos,
no podría ver tan lejos.
IV
Obligado a agarrar una espada por la hoja,
puedo sentir el dolor de cargarla,
mientras la punta roma acaricia lo ajeno.
V
El cuerpo es humano,
los ojos son cristales
de algún mar de contradicciones.
O de un fuego de ambigüedades.
Solo es eterno lo que está ausente,
y la sombra de un árbol que te tapaba el rostro.
Espero.
II
Si el pavimento se quebrara,
habrían mil calles,
y la ausencia de un sendero.
III
Tengo miedo de besar mis pies
y que mi boca se corrompiera por ello.
Si me bajara del pedestal de los monumentos,
no podría ver tan lejos.
IV
Obligado a agarrar una espada por la hoja,
puedo sentir el dolor de cargarla,
mientras la punta roma acaricia lo ajeno.
V
El cuerpo es humano,
los ojos son cristales
de algún mar de contradicciones.
O de un fuego de ambigüedades.
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