Subida al colectivo no miraste a los pibes de la plaza volando boca abajo en sus bicicletas de enanos.
Justo te llegaba un Whatsapp y no viste la fábrica con sus faroles de ladrillos desnudos, paradigma tercermundista que no daña.
Se quedó el cincuenta y uno a medio camino y no te quedó otra que ver un cielo abierto de edificios extinguidos. Y ya no te volvés más, porque entre cielos deshabitados y viejos mañosos, Escalada es patrimonio internacional del silencio.
Te llega otro mensaje, y no viste ése farol que alumbra poco y llora en exceso a los empleados que salen a trabajar en mameluco.
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