miércoles, 29 de julio de 2015

Capricho

Quisiera hoy
en este momento
escribir un poema
que lo lleve al llanto.

Y entonces invento
un hombre que muere joven
sin conocer el mar
y entonces creo
una niña sin padres
que no la mandaban
a dormir temprano.

Pero busque, señor lector
que estas cosas no se lloran en los libros
sino en la calle
o en el patio de su casa
mientras riega un clavel
que le da pena
pero usted llora por la niña y el clavel es la niña
aunque las plantas nunca hayan tenido padres
usted ríe
como un tonto
por la ocurrencia
y alimenta su perro
que morirá joven
y nunca lo llevó a San Clemente
porque en el coche se ponía inquieto.

Quizás ahora piense
que el clavel
quiso dormir temprano
y el perro ver el mar
pero es usted el que extraña los veranos en San Clemente
sin perros y sin claveles
donde en las noches
excitado
dormía solo si se lo ordenaban
y el llanto
tan lejano ahora
con un recuerdo que no es suyo
se lo haré llegar
atragantándolo con pan.

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