-No creas que no me he dado cuenta,vanidoso, de que viajas con una docena de máscaras a cuestas.
-¡Exagerada!-se rió a su vez-. Pero si son solo siete.
-Siete son muchas. Entre nosotras, las altacopas, para quienes la interpretación de las máscaras es parte de nuestra vida, rara es la que en privado usa más de dos o tres. Tres es para mi el número perfecto.
-En cambio, son pocas para mí. Me gusta ser muchas personas, actuar de forma bien distinta... y me gusta cambiar con frecuencia, de una a otra.
Ella se reclinó a su lado, muy cerca. Con la diestra le acarició la mejilla, dejando correr con suavidad las fundas del borde del cambuj.
-No te engañes. Tus máscaras te permiten ser otros, es cierto, pero no son mas que facetas de ti mismo.
¿Yo mismo? ¿Y qué es eso sino otra máscara? La vida, el paso del tiempo, los demás, todo, van poco a poco inponiéndonos una imagen de nosotros mismos que acaba pasando por verdadera. Pero no lo es; no es una cara, sino una careta, otra más, que nos constriñe y esclaviza.
Ella lo escudriñó pensativa en la penumbra. Luego paseó sus dedales por el pico acerado.
-¿Así que eres de los que creen eso, eh? Pues ten cuidado. La gente como tu usa las máscaras tanto que, con el tiempo, queda muy poco debajo de ellas.
-Puede ser; pero al menos yo elijo mis mascaras-suspiró-. Tal vez tengas razón porque, despues de tantos años, no creo que pueda pasar sin ellas. Asi que quizá lo que usaba en un principio para liberarme, a hacabado por atarme a su vez, y no he hecho mas que volver al punto de partida.
-¿Y por qué no buscas debajo de esa careta que dices que te cubre, en vez de taparla a su vez con otra?
-Porque no creo que debajo de ella haya otra cosa más que otra máscara, y luego otra, y otra... y al final, nadie.
-He oido ese argumento otras veces.-Una mirada peculiar se encendió en los ojos azules de la altacopa-. También hay quien opina que, bajo la máscara, se encuentra un extraño; alguien que es uno mismo y, sin embargo, un desconocido.
Él no respondió nada, sino que observó a su vez el rostro de la mujer, oculto por el cambuj rojo.
Máscaras de matar.
León Arsenal (2004)
-¿Y por qué no buscas debajo de esa careta que dcices que te cubre, en vez de taparla a su vez con otra?
ResponderEliminar-Porque no creo que debajo de ella haya otra cosa más que otra máscara, y luego otra, y otra... y al final, nadie.
ME ENCANTO ESA PARTE- LA AME.
Creo que , al final , uno nunca termina de conocerse .
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