Por momentos se acercan imágenes de calma en la juventud, esa gracia y ligereza, esos etéreos pasos sobre la vereda quebrada. Desordenadamente, llega el recuerdo de una niñez sin vergüenza, sin necesidad de preocuparse por la vida mundana. Pienso en la vida que quise, con sus buenas cosas, y las malas que nunca soporté. Hoy deje de aceptar ese hecho, es por eso que estoy de espaldas al vertiginoso infinito y frente al magma. Sin darme cuenta voy cayendo en cruz...
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