Todos desaparecieron, como si en medio de sus acciones hubiesen decidido echarse a volar lejos y hacerse invisibles.
Sin embargo un hombre sigue aquí, en el mundo desierto, en su cocina, mirando los platos sin lavar en la mesada.
Siente ganas de orinar. Se levanta del banco donde está sentado y se dirige al baño; toca a la puerta y entra.
Me has dejado intrigada con el desenlace.
ResponderEliminarBesos.