Llegué a creer que lo único que me ataba a la humanidad,
era el pecado de la soberbia.
Llegué a pensar que lo único que necesitaba de los demás,
eran sus alabanzas.
Llegué a buscar otras personas que se me parecieran,
para amarme en otra carne.
Llegué a encerrarme en la soledad orgullosa,
del que cree saberlo todo.
Miré a los ojos de los demás,
y encontré mi reflejo en sus pupilas.
Tuve millones de amigos,
para poder sentir mucha compasión.
¿Y ahora?
Siento nostalgia de todo eso.
Desde que llegaste para socavar mi cielo de seda.
Suave, perfecto, inflamable...
Me desvestí para sentir lo que era el calor,
y me hundieron un atizador en el pecho.
Siento la ausencia de alguien,
profundo...
El problema es que no sé quién es ese alguien.
O si lo hay.
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