Mr. Sky mira al cielo
pensativamente, sabiendo que probablemente iba a tener que responder ese test.
“No se si el test funciona o no, pero de los ocho operarios a los que se lo han
realizado, todos han huido”.
No puede quitarse la imagen del
investigador, que anula toda su motivación. Está melancólico: ¿Qué le diría?
¿Por qué habían huido los demás operarios?
Termina su turno y deja lo que está
haciendo. Nunca le gustó demasiado su
trabajo, era muy sucio y arriesgado. Se dirigió lentamente a la cafetería
sumergido en sus pensamientos. No tenía noción de lo que lo rodeaba, la
preocupación era tal que no le daba margen de réplica.
* * *
El hombre camina por el patio de la
fábrica con toda la vestimenta típica de un investigador; no le molestaba que
lo reconocieran en sus horas de trabajo.
Algo le turba la mirada: “a este
paso jamás conseguiré los resultados a tiempo” piensa. No se podía explicar
semejante pánico por parte de los operarios. “No hay nada inaudito en estas
preguntas.” Recuerda las fotografías de las personas a las que debía
entrevistar “Miradas completamente normales.”
Saca de un bolsillo un cigarrillo y
un encendedor. Luego de varios intentos, enciende el cigarrillo y continúa la
marcha. “Lo mejor será que al próximo le haga el test en alguna celda o
habitación cerrada. Sí, eso tiene que ser lo mejor”. El investigador mordisquea
el filtro del cigarrillo “Voy a hablar con el director”.
* * *
Mr. Sky pensativo.
Mr. Sky frente a un café.
Mr. Sky mira su café y sumerge los
pensamientos en el líquido marrón; “A lo mejor cundió el pánico cuando en
realidad de ningún peligro se trate”.
Mr. Sky sorbe su café.
Mr. Sky se quema con su café. “lo
mejor será hablarlo directamente con el director.” No se molesta en terminar su
bebida y la abandona sobre la mesa de la cafetería. Con paso decidido toma el
pasillo exterior, mira el cielo una vez más, y cuando se disfonía a doblar un
codo de la fábrica choca contra otra persona.
-Lo lamento- se adelanta Mr. Sky antes de saber quién era su receptor.
-No es nada- responde el investigador.
Con nerviosismo Mr. Sky lo reconoce
y duda entre correr en dirección al despacho de su jefe o hacia la salida de la
empresa.
Descubriendo el temor en la mirada
de Mr. Sky, el investigador lo retiene:
-¡No se vaya!
* * *
El investigador camina por la fábrica
extrañado de la repentina soledad de las áreas de trabajo “¡Ah! debe ser el
horario de receso”. Se entretiene pateando una piedra en el camino al despacho
del director. Saca un papel con la lista de personas a entrevistar “gentes de
lo más común” piensa; aún se niega a entender cómo pudieron todos haber huido.
Dobla un codo de la fábrica y
cuando se para a buscar la puerta a la que debía dirigirse, siente cómo alguien
lo empuja desde atrás.
-Perdón- escucha.
Al voltearse recuerda en el operario
un rostro que debía investigar. “De lo más corriente” piensa. Viendo en su cara
miedo, teme que escape:
-¡No se vaya!
El operario da media vuelta y corre
por el pasillo. Intenta alcanzarlo pero éste corre más rápido y pronto lo deja
atrás. “Me despedirán”. En un acceso de desesperación grita:
-¡Atrapen a ese hombre!
De una habitación al oír los ruidos
abren una puerta. El operador no llega esquivarla y su frente da de lleno con
el borde metálico. “esto es peor de lo que imaginé, no solo escapan ocho, si no
que uno también va al hospital.”
* * *
Mr. Sky corre por el pasillo en
dirección a la salida. Escucha que el investigador intenta detenerlo pero ni
piensa en detenerse.
En una fracción de segundo en que
no llega a reaccionar ve frente a él una puerta abriéndose.
“A lo mejor se esparció un temor
infundido”.
Pero era demasiado tarde y ya se
encontraba en el suelo manado sangre de la cabeza y dirigiendo una última
mirada al cielo.
Luego la nada.
Mr. Sky se encuentra en una
habitación de cortinas blancas.
Mr. Sky mira la habitación en la
que se encuentra: las paredes son blancas.
Mr. Sky se libera de los últimos
rastros del sueño, junto con las sábanas blancas en un ademán.
“Maldigo el día en que ese investigador llegó a la fábrica. Lo más probable
sea que me esté esperando fuera.”
Intentando ser lo más silencioso
posible, busca alguien dentro de la sala, o un botón de esos que había visto en
las películas con que se llama a los doctores y enfermeros.
Como nada de eso encontró, prefirió
esperar en silencio antes que verse atosigado por el extraño de las preguntas.
* * *
Informe:
Del total de 10 (diez) trabajadores de la fábrica “Gonzales e hijos” a
los que debía realizar un test, 8 (ocho)
se encuentran desaparecidos, 1 (uno) fue mandada al hospital provocando
la cancelación de las tareas y, por lo tanto, de la indagación al restante.
Comentario personal:
Aún no logro entender que provocó los incidentes ni por qué se habrán negado
los operarios a tan simples preguntas.
Después de todo, no es algo de esperarse de personas tan mundanas, y
esos rostros eran demasiado usuales como para horrorizarse por algo.
El investigador imprime la hoja que
acaba de escribir, enciende un cigarrillo y obliga con la mirada a que la
impresora trabaje más rápido.
Cuando la hoja sale, la toma y sale
de su despacho.
-Con las cosas que uno encontraría en cualquier despacho- siempre se
excusaba.
Recorre pasillos, abre puertas,
baja escaleras hasta que por fin da con la oficina de su superior.
Confiado de que a esa hora todavía
no se retomaba el trabajo en el edificio. Entra sin tocar la puerta, sólo para
encontrarse a su superior leyendo el diario con un plato de ravioles delante y
un tenedor en la mano.
-Adelante, adelante- dice el director irónicamente.
-Discúlpeme usted, pensé que no estaría aún y venía a dejarle un pequeño
informe de la situación de ese temita que estamos tratando.
-¡Ah, sí! ¿Cómo va eso?
-No muy bien, señor: ocho operarios
(todos con un aspecto de lo más estándar), asombrosamente escaparon y uno se
encuentra en el hospital. A éste pienso ir a visitarlo mientras se encuentre
allí.
-Muy bien, muy bien, no pierda tiempo. Vaya ahora mismo.
-Sí, señor.
Adelanta el pie izquierdo y la mano
derecha para estrechársela. El director suelta el tenedor y se la tiende. Dando
media vuelta, el investigador abandona la habitación y se dirige al hospital.
Al llegar lo atiende una
recepcionista muy joven que se notaba aburrida:
-¿Que desea señor?
-Necesito ver a Melomeran Sky.
La recepcionista le pide que repita el nombre y él se lo deletrea. Luego de
varios inconvenientes (el investigador no se decidió si la recepcionista era
medio sorda o lo molestaba por puro aburrimiento), le dijo el número de
habitación y le rogó que guardara silencio en los pasillos.
Mirando hacia los lados con la
sensación de que estaba haciendo algo incorrecto, le investigador entra a la
habitación (de paredes, cortinas y sábanas blancas) donde encuentra a Mr. Sky.
-Señor Sky, ¿Cómo se encuentra?- pregunta el investigador fingiendo
preocupación.- Debo hacerle unas preguntas. Será cuestión de unos minutos.-
-¿No ve que necesito reposar?- el color comienza a subirle a la cara por la
ira.- ¿No ve que estoy acá por su culpa?
-Te entiendo perfectamente, Melomeran (espero que no te moleste si te tuteo). Pero este asunto es de verdadera urgencia y sos el único operario cuyo
paradero conozco realmente.
-Señor…
-Rodrigo, llamame Rodrigo.- Se apuró a completar el investigador
-Señor Rodrigo. ¿No podría esperar hasta mañana para hacerme ese bendito
test?
-Por supuesto que no.- Rodrigo toma asiento.- no me voy a mover hasta que
no respondas estas preguntas.
El investigador sintió como poco a
poco iba acorralando a su víctima.
“Alguien tan ordinario como encontrar pelo en la cabeza.”
-Al menos déjeme ir al baño.
-Te espero.
* * *
A los minutos, un médico entra la
sala de espera y, sin decir palabra, le sujeta con una mano el mentón y con una
pequeña linterna va de un ojo al otro del paciente. Suelta la linterna sobre
una mesa próxima, vuelve hasta la cama y comienza a sacarle el vendaje que
tiene en la frente.
Mr. Sky hasta ese momento no se
había percatado del vendaje en su frente, y mirando al cielo por la ventana de
la sala, pregunta:
-¿Es muy grave doctor?
-Nada que deje marca.- El doctor echa una risita- hoy a la noche le hacemos
unas placas y mañana al mediodía usted está en su casa.
El médico había terminado de sacar
el vendaje y estaba colocando uno nuevo.
-¿Le puedo pedir un favor? – Pregunta nervioso Mr. Sky.
-Dígame
-¿Puede fijarse si en el pasillo se encuentra una persona con un sobretodo
de cuero y un sombrero de copa negro?
El doctor pasa un dedo sobre la
cinta esterilizada que acaba de colocar, y se dirige a la puerta. Abre, mira
hacia un lado, el otro, y la cierra.
-Dos ancianos y una embarazada, nadie amenazante.- El médico parecía haber
tenido un buen día.- ¿Se puede saber por qué?
-Esta persona que le describí.- La voz de Mr. Sky había tomado un tono de
confidencia.- Está buscándome y quiere hacerme algo malo.
“Quizás, verdaderamente no sea para
tanto” pensó. “Aunque más vale sacármelo de encima.”
-No se preocupe. Nadie entra acá sin mi autorización.
-Muchísimas gracias.
El doctor da una palmadita en la
espalda a su paciente y sale de la habitación.
“Por fin solo otra vez.” Mr. Sky
junta sus manos sobre su pecho y piensa en que haría al día siguiente. “Lo más
seguro sea buscar un empleo tranquilo, por menos dinero que me ofrezcan.” Mientras
meditaba el asunto, otra persona abre la puerta y entra a la sala: era el
investigador.
-Señor Sky, ¿Cómo se encuentra?- pregunta el investigador preocupado.- Debo
hacerle unas preguntas. Será cuestión de unos minutos.-
-¿No ve que necesito reposar?- Mr. Sky comienza a enojarse y el color le
sube a la cara.- ¿No ve que estoy acá por su culpa?
Mr. Sky sigue con la cara roja, pero ahora a causa de la vergüenza que le
causo su último comentario.
-Te entiendo perfectamente, Melomeran (espero que no te moleste si te tuteo). Pero este asunto es de verdadera urgencia y sos el único operario cuyo
paradero conozco realmente.
-Señor….- Duda Mr. Sky
-Rodrigo, llamame Rodrigo.- Se apuró a completar el investigador
-Señor Rodrigo. ¿No podría esperar hasta mañana para hacerme ese bendito
test?
-Por supuesto que no.- Rodrigo toma asiento.- no me voy a mover hasta que
no respondas estas preguntas.
Mr. Sky se volvió a sentir
acorralado otra vez frente a ese investigador. Tenía que hacer tiempo a que
regresara el médico.
-Al menos déjeme ir al baño.
-Te espero.
Ya dentro del baño aprovechó para orinar, lavarse las manos, cara,
cuello y, cuando se estaba pasando una toalla (blanca también) por la cara,
escuchó al otro lado de la puerta:
-¿Nosotros nos conocemos?
-¿Quién lo dejó pasar acá?
Era la voz del médico. Mr. Sky
sintió un profundo alivio.
-La recepcionista… Y es el horario de visita…- La voz del investigador
sonaba nerviosa.
-Hágame el favor de retirarse, el paciente necesita descansar. Mañana por
la mañana ya estará en su casa.
-¿Mañana?
El silencio que siguió a
continuación dio a entender que el médico se lamentó por hablar de más.
-Sí, mañana… Y ahora hágame el favor de salir de mi vista.
Se escuchó una puerta al abrirse y
luego al cerrarse. “Ya pasó”. Mr. Sky sale del baño y se encuentra con la
habitación vacía. “Habrán salido juntos.”
* * *
El investigador espera a Mr. Sky,
cuando un médico repentinamente entra a la sala. Su mirada parecía reconocerlo
de algún lugar.
-¿Nosotros nos conocemos?
-¿Quién lo dejó pasar acá?
Al doctor parece no importarle lo
que el investigador tenga para decirle, por lo que intentó excusarse:
-La recepcionista… Y es el horario de visita…- Se está poniendo nervioso.
-Hágame el favor de retirarse, el paciente necesita descansar. Mañana por
la mañana ya estará en su casa.
-¿Mañana?
La perspectiva de que podría
obtener su dirección e ir al otro día directamente a su casa (seguramente de lo
más típica) lo puso contento. El médico parece darse cuenta y su cara lo hace
notar.
-Sí, mañana… Y ahora hágame el favor de salir de mi vista.
Tomando el picaporte y abriendo la
puerta, el médico lo invita a salir. El investigador sale y el doctor cierra
tras de sí.
Fuera del hospital enciende un
cigarrillo “no va a quedar otra alternativa más que esperar hasta mañana.
Sabiendo que Melomeran
probablemente no le abriese si él tocase timbre, el investigador se sienta en
las escalinatas de una casa al otro lado de la calle, vestido de civil.
Pasan las horas y nadie entra o
sale de la casa. “Puede que aún no haya salido del hospital. Aunque no creo, no
se lo veía grave a Mr. Sky.” Enciende un cigarrillo, se levanta de la
escalinata y dobla en la primera calle para tomar el colectivo.
“Gentes de lo más normal”
* * *
Mr. Sky en un asiento, en un avión.
Mr. Sky acomoda un bolso bajo sus
pies.
Mr. Sky mira al cielo
pensativamente, sabiendo que probablemente no volvería a su ciudad natal.
Dejalo tranquilo a Kafka.
ResponderEliminar¿Y que tiene que ver este cuento con él?
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