El brazo cansado de señalar el occidente,
desde la cima de una montaña Él señala.
con un halcón aferrado a su brazo, responde con una mueca de dolor.
Está cansado pero señala, igual señala el occidente,
si hasta el hielo le perforó los pulmones siempre respirando el occidente.
Laz zarpas del ave ya no lastiman su carne,
es que se apoyan sobre su hueso desnudo apenas cubierto por la sangre que se coaguló siempre palpando el occidente.
La nieve golpea su cara, se mete debajo de sus párpados,
y ya le cristalizó los ojos, siempre mirando el occidente.
Sus timpanos destrozados por el frío, curtidos y sin vida oyen, siempre oyen el occidente.
Mas ya no sabe dónde esta el occidente, pero ya no podría vivir por nada más.
La vejez y el recuerdo de la oportunidad de volver le hacen mal.
Ya no le queda más tiempo pero señala el occidente,
regresa...
conocí una persona que toda su vida se la pasó señalando al occidente.
ResponderEliminarme gusta Funes, mucho.
Habrá que ser fuerte para insistir tanto con algo, y estar tan convencido.
ResponderEliminarSaludos.