Desde un tren que viaja por el mar,
en una inmensa agua de inundación,
dos vagones solitarios con una niña solitaria,
que baila el vals de la emoción.
Amo la niña de rodillas lastimadas,
su desamparo es más puro que el primer vuelo del ave,
sus lágrimas, más transparentes que su corazón.
De pronto una casa, una isla marcada por las luces del día. Las hojas ejecutan los rayos del sol despidiendo melodías de fogón desde la orilla junto a un árbol que ya no da sombra.
La casa en el centro de la isla esta poblada por seres que no podemos ver, pero esa imagen me abruma y me hace bajar del tren.
Quisiera llegar a la casa del sol, pero me ahogué en el oceano.
La casa sigue intacta, ese alguien en la incógnita y yo me pudro en el fondo junto a las piedras, pensando en la soledad de la casa, del árbol y del sol.
me recordó al momento en que Chihiro está en el tren.
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