domingo, 15 de mayo de 2011

Polvo

  Un hombre se encuentra en la esquina de algún lugar. Una mujer se acerca y lo mira fíjamente. Es de noche.
  El silencio se mantiene mientras la mujer lo mira y el hombre la desvía.
  Sin tiempo de mantener el ritual de una primera conversación, se dirige al hombre:
-La ciudad está desapareciendo.
 El hombre la mira, le analiza el gesto de la cara, los labios y responde:
-No entiendo de qué estás hablando.
-Los edificios son como polvo en el viento, a pocas cuadras de acá.
  El hombre enciende un cigarrillo y observa atentamente como se aviva el fuego a cada pitada.
-No tengo motivos para creer lo absurdo de tu comentario, ni siquiera se quien sos.
- Eso no es demasiado importante ahora, en la fuga está el descenlace.
-¿Qué descenlace?
  El matiz que toma la situación es muy extraño, el hombre no es capaz de asimilar la ficción de la narración. La comprensión de lo que la mujer está diciendo se vuelve complejo por lo que la mujer introduce un elemento importante en el cuento:
-De la corta historia. Te repito que no hay tiempo.
  El hombre se siente intimidado por la mirada de la mujer y se dedica a observar su cigarrillo. Da una larga pitada y eleva la cabeza para exhalar el humo que comienza a dirigirse al cielo.
-No puedo huir así como así, estoy esperando a alguien.
-Seguramente ese "alguien" desapareció en el nudo, solo estamos vos y yo.
-¿Nudo?¿Historia? Tiene todo muy poco sentido...
-Tu realidad es muy poco elevada, sos tan solo un efímero vestigio de una esquina en algun lugar, fumando, pensando que espera un "alguien" que no existe, que nunca será descripto, que fuma un cigarrillo sin tabaco, apagado, en una esquina etérea de una noche sin luna. El descenlace está a pocas líneas y el viento cerca. Sólo queda escapar, tenemos que correr, no importa el motivo. La ciudad se nubla de polvo y somos los únicos habitantes que no huyeron o se disolvieron.
  Nada encaja para el hombre, que empieza a transpirar y a agitarse. Su mente trabaja a gran velocidad, más tarde buscaría las respuestas que no existirán sin otra historia. Con una nota de pánico en la voz respondió:
-Huyamos, no comprendo demasiado lo que sucede, pero ya no me quedan motivos para estar acá.
  Asi, los dos ultimos habitantes escapan de la anciana ciudad.
  Una rafaga de viento desnuda la esquina,desde donde no se llega a vislumbrar el fin del relato.

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