lunes, 4 de julio de 2011

Soplando.

Buscando
frágil bebida que embriagaste en una dulce época
mi cerebro cristalizado encerrando mis pensamientos,
hace meses.

Ahora,
en cajones llenos de un crisol pseudo-artístico,
una avalancha de libros entre los que busco pedazos de corazón.
Hojas embebidas en música y un tango
que en el fondo del cajón guardado estaba,
No te encuentro.

Jirones de viento;
el huracán era mi única posibilidad de ver
en una centrífuga visión que duplique el mundo
que me provoque las náuseas tan ansiadas
      y el dolor
                             y la exitación
                                                            y el alivio
que produce v
                     o
                      m
                        i
                        t
                        a
                       r tantas noches en vela.

Pensé que el viento habia cesado;
la humillación de ser                                un mero remolino
s o  p    l     a      n       d         o   .   .    .
para dar un ultimo suspiro al huracán que creí muerto.

Pero estaba en el ojo de mi tormenta
Mi tormenta tan querida...
no podría vivir en la paz de un sol primaveral,
¿Será un eterno volver cumplido?
¿O acaso el ojo del huracán será tan grande
                                               que el viaje de retorno...











no morirá jamas?

5 comentarios:

  1. bueno, gracias por pasar... te estaré visitando

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  2. No soy quién para criticar poesía, de hecho, creo que los críticos de poesía son un invento de los malos vientos. Me ha gustado mucho tu trazo, me recuerda los versos de jim Morrison.

    Otra cosa, viendo tu perfil me he llevado una tremenda impresión... La Máquina de Hacer Pájaros!!!, nadie había puesto ese grupo. Me voy de este comentario con Bubulina sonando de fondo.

    Abrz.

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  3. el alivio que produce vomitar... es verdad.
    Genial Funes,
    un besongo.

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  4. Los vómitos nos alivian para comenzar a respirar de nuevo oxígeno.

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  5. hay viajes inmortales, pero es más importante caminar con los ojos abiertos que sólo llegar a algún lado, porque aunque no llegues donde te habías propuesto en principio, lo que recolectes en ese caminar vale más

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