Una teta amamantando no es una teta;
como billetes tomados del piso que no nos dan culpa,
como niños desnudos sin sexo,
la palidez del primer miedo.
No, una teta amamantando no es una teta;
como el empleado leal despedido por llegar tarde,
como el tropiezo a las vías del tren,
y la vergüenza de la sangre por arder.
Una teta amamantando no es una teta,
como asesino que reparte extremidades a pobres amputados,
como un baso medio lleno,
y un codo inquieto.
Una teta amamantando no es una teta.
No, no es.
No.
Tengo sed...
Amamantemos a la oscuridad para que demos a luz.
ResponderEliminar