(...) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.
The Catcher in the Rye (1951)
Estaba en la sección de carnicería, esperando a que me cortaran unas chuletas de costilla de cordero. Junto a mí, estaban una madre joven y su hijita. La niña tenia cuatro años, y, para pasar el tiempo, se apoyó en el cristal de una vitrina y se puso a mirar mi rostro sin afeitar. Le dije que era la chica más guapa que había visto en todo el día. Ella lo encontro razonable y asintió. Le dije que seguro tenía muchos novios. Volvió a asentir. Le pregunté cuantos novios tenía. Ella levanto dos dedos de una mano. "¡Dos! -dije-, son muchos, ¿cómo se llaman, monina?" Ella contestó, con voz chillona "Robertita y Dorotea". Cogí mis chuletas y me fui corriendo, Éste es el verdadero motivo de mi carta, mucho mas que la insistencia de Bessie sobre tus estudios y el teatro.
Franny and Zooey (1961)
-Señorita Carpenter. Por favor. Yo sé lo que estoy haciendo -dijo el joven-. Sólo ocúpate de ver si aparece un pez banana. Hoy es un día perfecto para peces banana.
-No veo ninguno -dijo Sybil.
-Es muy posible. Sus costumbres son muy curiosas. Muy curiosas.
Siguió empujando el flotador. El agua no le alcanzaba al pecho.
-Llevan una vida muy triste -dijo-. ¿Sabes lo que hacen, Sybil?
Ella meneó la cabeza.
-Bueno, te diré. Entran en un pozo que está lleno de bananas. Cuando entran, parecen peces como todos los demás. Pero una vez adentro, se portan como cochinos. ¿Sabes?, he oído hablar de peces banana que han entrado nadando en pozos de bananas y llegaron a comer setenta y ocho bananas -empujó al flotador y a su pasajera treinta centímetros más cerca del horizonte-. Claro, después de eso engordan tanto que no pueden volver a salir. No pasan por la puerta.
-No vayamos tan lejos -dijo Sybil-. ¿Y qué pasa después con ellos?
-¿Qué pasa con quiénes?
-Con los peces banana.
-Bueno, ¿te refieres a después de comer tantas bananas que no pueden salir del pozo?
-Sí -dijo Sybil.
-Mira, lamento decírtelo, Sybil. Se mueren.
-¿Por qué? -preguntó Sybil.
-Contraen fiebre bananífera. Es una enfermedad terrible.
A Perfect Day for Bananafish (1948)
Hay locuras que ayudan, como la que nos explicas en el primero de los casos, el de los niños, si sirve para salvarlos.
ResponderEliminarBesos.
Leí The Catcher in the Rye. Es uno de los mejores libros que leí
ResponderEliminarJusto me nombraste a este autor, y justo lo nombraron en el cap de una serie.
ResponderEliminarJusto pones el fragmento de uno de los libros que espera a ser leído por mi.