La música incoherente lo mareó,
y los truenos que despegaba el piano lo asustó.
No podía escapar del abismo.
El sollozo de un niño abandonado,
en ese cuarto de navegantes luces,
al que nunca le habían dado una puerta.
La desesperacion lo volvió loco,
le dió un puntapié al niño,
y con una silla la cabeza le rompió.
Golpeó con fuerza las teclas del piano,
sonó furioso,
con ímpetu lo desarmó.
Unas flores marchitas en un jarrón,
en la pared estrelló,
y la música que seguía aturdiendolo...
Rasgaba las paredes en busca de una salida,
pero en la ventana del quinto piso
encontró el consuelo que le quitaría la vida.
A Agustín Vallejo le gusta esto. Agustín Vallejo se ha hecho fan de Luca Hardmeier.
ResponderEliminarMe mató la última estrofa O_O
abrazo!
P.D.: me debes media mcnifica ¬¬