miércoles, 15 de febrero de 2012

De oferta.

  Andrés era amigo mío de toda la vida. Un día lo pasé a buscar por su casa para pasear por la ciudad.
  Cuando llegué a la casa se estaba bañando. Esperé en la cocina y mientras tanto su madre me daba charla:
-¿Cómo estás Guille? Hace mucho no pasas por acá.
  Le quise contestar que sí, que la gente tiene cosas que hacer, como trabajar, esudiar y dormir y que uno no puede vivir de vacaciones.
-Bien, ¿Usted?
-Bien.
  En el silencio estaba incómodo. Si bien no me gusta hablar demasiado, sentía la obligación de hacerlo.
-¿Está leyendo algo, señora?
  La madre de Andrés se quedó pensativa. No era una lectora aficionada, pero de vez en cuando si se "enganchaba" con un libro, lo leía.
-Hace poco terminé uno de Sábato y por ahora no tengo previsto ningún otro.
  Asentí. En ese momento llega Andrés, con el pelo hasta la cintura, mojándose la parte trasera de la remera que se acababa de poner.
-¿Vamos?

  Caminamos por el bulevar de una avenida poco recurrida. Nos dirigimos al centro.
   Ya entre la gente, pasamos cerca de una librería y nos entretuvimos mirando ofertas que habían en abundancia.
  Debajo de una pila de Best-Sellers, "El Libro de Arena" se escondía; parecía asqueado por lo que se veía rodeado, o quizás es porque odio los Best-Sellers, y ya estoy volviéndome un poco loco.
 Lo importante es que mi amigo llevo el libro, a pesar de que ambos lo teníamos. No pude más que preguntarle:
-Andrés, ¿Para qué lo llevás? Ya lo tenés.
- Lo se, pero no puedo dejarlo ahí; -sacudió la cabeza- da lástima verlo tan económico y solitario...
  ¿Andrés tendría mis mismos presentimientos?
  Seguimos caminando, mi amigo con su nuevo libro bajo su axila, hasta bien entrada la noche.
  Me acompaña hasta mi casa y nos quedamos chrlando un rato más.
-¿Mañana nos volvemos a encontrar? Aprovechemos el finde largo.
-Dale, esta vez paso yo por tu casa.

Al otro día sonó el timbre mucho antes de lo previsto, mientras recorría el jardín que separaba mi casa de la reja, pude ver una cara de desesperación en los ojos de Andrés.
  Mientras me acerco le voy preguntando:
-Andrés, ¿Qué pasó?
-No sabés Guille.-Su cabeza no dejaba de sacudirse de un lado al otro- Mamá leyó a Borges y salió volando por la ventana.

2 comentarios:

  1. Es tan cierto , a mi las ruinas circuleras tambièn me hicieron salir por la ventana volando jajaja

    ResponderEliminar
  2. Creo la han perdido. Si algún día la hallan no le pregunten nada.

    Abrazos.

    ResponderEliminar