Salí de mi trance en el colectivo, una mujer que había viajado todo el trayecto al lado mío me despejó al levantarse para darle el asiento a una mujer embarazada. al lado de ella habían dos ancianas y un hombre flaco y pequeño.
Rápidamente me incorporé y le ofrecí mi asiento a una de las mujeres:
-Siéntese.
-No, gracias, quedate.
-No. Soy el que menos debería estar sentado.
-Todos no merecemos estar sentados, pero el colectivo es chico.
Ayer me partí las piernas frente al hospital de mi barrio.
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