¿Me ayuda a levantar señor?
Un hombre tirado, sin poder levantarse. Las personas en la estación de subte ignoraban su presencia. Pero más que eso, casi no lo veían, era apenas un vagabundo más o menos bien vestido.
¿Me ayuda a levantar señora?
Hombres y mujeres corrían, los subtes llegaban y volvían a irse con una celeridad perturbadora. Miles de personas pasaban frente a el en tan solo diez minutos.
Hermano, ¿Querés ayudarme a poner de pie?
El gentío se agolpaba en la puerta de los subtes, la que era empujada por los individuos que querían escapar de dentro, que se dirigían rápidamente a la salida, hacia la combinación con otro subte que los llevaría más lejos.
¿Alguien me da una mano?
Alguien miró el reloj al pasar al lado suyo, otro le tiró una moneda. Alguien más apresuró el paso.
¿Nadie?
Aún sigue ahí, sentado, con las piernas débiles, contemplando la multitud.
Que alguien lo vaya a levantar.
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